26.9.08

A classic Elvis Presley story

Esta vez voy a violar un poco el concepto de comida + literatura = Come y Lee para poder hablar de la íntima relación de Elvis con las hamburguesas, y para poder subir un video de calidad (esos gloriosos años del cine norteamericano y de los hot pants, cómo no echarlos de menos). El Rey no sería un literato, pero sí que creó escuela con sus canciones, su jopo y sus caderas. Después de ver el cuerpecito que cultivó, su amor por la comida sureña llena de aceite y otras mortales maravillas era de esperar. ¿Qué otras historias esconde su grasienta afición?



Elvis cantando "Ito eats" en la película Blue Hawaii

Dicen por ahí que Elvis Presley puso más de una vez su jet privado en los aires sólo para ir a comprar cheeseburgers a Dallas, donde según él se hacían las mejores hamburguesas del mundo. Algunos cuentan que las llevaba a Graceland, su mansión en Memphis, para engullirlas con calma, o que las pedía con papas fritas y se las devoraba en el mismo avión con sus amigos, durante el viaje de vuelta. Esta historia es una de las tantas que aparecen en las biografías de Elvis, historias clásicas del Rey.

Desde niño, y hasta su muerte en 1977 (cuando ya había superado los 150 kg.), su comida favorita siempre fue la típica chatarra de feria: algodón de azúcar, pop corn, hot dogs y, cómo no, hamburguesas. Comida rápida y barata, veneno a largo plazo que le regalaba instantes de placer dulce, pegajoso, lleno de colorantes, grasa y conservantes. Sí, la comida lo hizo sonreír y chuparse los dedos, pero también tuvo una parte de culpa en su muerte prematura, cuando las adoradas hamburguesas eran un frecuente snack de media noche.

Varias de sus canciones están dedicadas a la comida. “Ito eats” cuenta la historia de un niño que, como él, comía mucho y de lo que se le pasara por delante. “Crawfish” es una oda a la langosta, y “Cotton Candyland” habla de volar en un cisne de algodón de azúcar, sobre una nube de helado rosa, donde toda estrella es de caramelo y la luna un marshmallow. En “Old MacDonald”, Elvis le canta a la granja sureña, a sus animales y sus hamburguesas: “With a moo moo here, a moo moo there, cattle everywhere. And when those cows got out of line, hamburger medium rare”.

En 1973 hubo un ligero incidente relacionado con un tipo apodado Hamburguer James y ciertas pertenencias desaparecidas del cantante. Algunos dicen que eran drogas, otros hablan de joyas, pero lo cierto es que fueron robadas por Hamburguer James. El final de la historia tampoco está muy claro. Se dice que Elvis, justo antes de reventarle una mesa en la cabeza, se arrepintió y lo abrazó diciéndole que si necesitaba algo sólo tenía que pedírselo, no quitárselo. Otros creen en una versión menos romántica: Elvis bajó a Hamburger James del avión en que iba, le quitó las "pertenencias" y le dijo que no volviera nunca más.

¿Quién era este amigo de lo ajeno y de dónde había sacado un apodo así? Nació como James Caughley, y era uno de los tantos que rodeaban a Elvis en su diario vivir. Tras largas horas de ver películas en el Memphian Theater, a Elvis le daba hambre y se le antojaban sus preciadas hamburguesas. Y James, que solía andar deambulando por ahí, siempre estaba dispuesto a correr en busca de ellas. Así que cuando al Rey le sobrevenía el hambre gritaba “Hamburguer James!”, el tipejo salía de inmediato a comprarlas, y de ahí el nombre.

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